La dieta mediterránea

La aceituna y el aceite de oliva son dos de los alimentos más reconocibles de la dieta mediterránea.

Nuestra gastronomía, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, es también un modo de vida cuyo origen se encuentra en las poblaciones bañadas por las aguas del mar que le da nombre.

Este modelo alimentario, transmitido de generación en generación ha ido evolucionando y acogiendo nuevos alimentos y modos de preparación, pero mantiene las propiedades y características que hacen de ella una fuente de vida saludable. Uno de sus fundamentos es utilizar productos de km cero, es decir de temporada y de productores locales. Su bajo contenido en grasas saturadas y azúcares, y su abundancia de vitaminas y fibra contribuyen a su riqueza en antioxidantes.

Numerosos estudios nutricionales destacan el valioso papel de la aceituna en la dieta mediterránea. Las propiedades de la aceituna son muchas y muy positivas para la salud: desde sus efectos beneficiosos para la salud cardiovascular hasta sus virtudes contra el sobrepeso.

El principal elemento que la aceituna aporta a nuestro cuerpo es el ácido oleico, un ácido graso muy beneficioso. En la aceituna encontramos altas cantidades de ácidos monoinsaturados Omega-3 y Omega-6, que son capaces de reducir los índices de colesterol malo (LDL) elevando los del colesterol bueno (HDL). Mantener bajo el índice de colesterol supone una mejor condición cardiovascular, es decir, una menor predisposición a sufrir una dolencia del corazón.

Las aceitunas también poseen un importante contenido en vitaminas, especialmente de los grupos A y C. Las propiedades antioxidantes de estas vitaminas ejercen un mecanismo natural de protección contra agentes nocivos, además de prevenir enfermedades gracias a su contribución en el aumento de las defensas del organismo. Y la aceituna negra además contiene minerales como el hierro, muy recomendado en procesos de anemia.